Programa
Cable a Tierra en esta oportunidad
VICTIMA Y VICTIMARIO
Rosa Compagnucci nos presenta un nuevo e intersante tema que comparte junto a Andrea.
Aporte en este programa de
Rita Agustina Ricardo y Alicia que nos comparte una intersante visión sobre el tema y que ponemos a continuación.
Víctimas y Victimarios.
Por Alicia Escales
¿Binomio inseparable, unido bajo qué clase de
vínculo? ¿Es un binomio desde la complementariedad? ¿Binomio vincular donde hay
paridad en la disparidad? En tanto
binomio, éste habla de paridad de elementos en relación; binomio como ecuación, como unidad en equilibrio, dependientes
uno de otro. Binomio para mostrar. Binomio para integrar. Binomio para hacernos
cargo. Para madurar.
Política,
psicológica, social, penalmente etc, víctima y victimario son monomios que sensibilizan
en modo extremo, inclinando la balanza de opiniones hacia un polo u otro.
Independientemente dónde uno se posicione, el tema es que lo primero que se destaca
es la base de la desigualdad porque seguramente hay alguien sufriendo o hay un
grupo social en vulnerabilidad sufriente. Ya aquí, vemos el interjuego
interpretativo nublando la mirada, las opiniones y la postura que se “debe”
tener frente a los grupos en riesgo.
Si logramos
trascender, dicho tironeo ético-moral, estaremos recién más libres de ser
observadores de las “estructuras” de dichos binomios y ecuaciones,
contemplándolas desde la unidad y paridad que le dan razón de ser y de existir
como complementos y/o como opuestos. Dejo abierta la pregunta, para retomarla
posteriormente: ¿Complementarios u opuesto?
Víctima-victimario,
en relación a su componente estructural en el espacio-tiempo, como
información pura, pueden ser observarlos desde lo menos obvio, desde esa
igualdad coyuntural implícita que los organiza y sostiene. No puede existir un
componente sin el otro. Son interdependientes e intrínsecamente necesarios. Se
necesitan mutuamente y ésta es ya una imagen fuerte. Sobre todo para quien en
primera instancia, se montó en una solución de exterminio de aquella parte
dolosa. La otra mirada se airea en una procurada integración que hace “trascender
la parcialidad” que limita, a la vez, que enciende los ánimos. Tomar parte por
una parte, parece pertenecer al corazón social humanitario, sensible, ético,
moral y sobre todo “rescatista”, invitando al tercer personaje: “el salvador”.
Hablar de combinación
de elementos que forman un binomio, no es ingenua. Todo lo contrario, exige
“responsabilidades” y vaya si ésta no es una frase urticante. Casi la totalidad
saltaría enardecido ante la injuria que soslaya que las víctimas son
responsables; blasfemias…a la hoguera ¡! Stop!!¿De qué víctimas estamos
hablando? ¿Acaso hay diferentes clases de víctimas? Supongo que sí. Al igual
que diferentes victimarios y salvadores. Los niños, ancianos, los enfermos, los
que carecen del recurso personal para “auto-rescatarse” debido a múltiples
motivos: inmadurez, discapacidad, enfermedad, etc, son los primeros que vienen
a la mente. Es sumamente escabroso delimitar cuáles son los grupos en riesgo y
de “incapaces” para tornarse por ellos mismos en ser sus propios “salvadores”.
Hasta aquí, este cuello de botella, extremadamente peligroso, propio de los
temas en los que se anda en la cornisa, impele directamente a cada uno de
nosotros como actores sociales responsables, que desde la ignorancia, “el mirar
para otro lado”, la indiferencia, contribuimos a la desigualdad en todos sus
matices. ¡Otra frase matadora si las hay! Luego de arrugar la cara al vernos
implicados todos, mal que nos pese, podríamos posar la mirada en diferentes
posibilidades sociales en que estos binomios delatan “faltantes”. En la violencia de
géneros, y sin ahondar en detalles y argumentos, sólo diría que ésta es
sostenida por una sociedad y cultura que abalan, casi desde que el mundo es
mundo, la conciencia de desigualdad que tomará todos los formatos posibles en
función al Poder del que se trate, el cual, estratégicamente, se filtrará en
toda fisura social para respirar y siempre mantenerse vivo, a veces invisible,
oculto, disfrazado, justificado, pero vivo. Víctima, victimario y salvador,
tienen que ver con el poder, la manipulación, la fuerza y la debilidad, con la
sobrevaloración y la desvalorización. La existencia de esta tríada, delata en
primer lugar, el seguir sosteniendo la ilusión de separación primordial. Aquel aspecto
femenino desvinculado del masculino y asumido como opuesto, como faltante más
que como una realidad íntegra e integrada. Originalmente íntegra e integrada.
Ya se ha dicho de mil formas distintas que desde el humano que somos
necesitamos integrar y desarrollar en nosotros mismos nuestro aspecto femenino
y masculino. Pero estos, no son temas que estén muy en boga, desde esta
perspectiva. Sí, desde la indignación y el clamor de justicia. Una mujer tiene
que ser muy conciente de masculinizarse, volverse auto-sustentable, desafiarse
en sus decisiones, empoderarse al desarrollar el arquetipo de la guerrera de múltiples
maneras. Lo mismo para el hombre que bien le vendría incluir la sensibilidad
femenina que le ampliará su percepción del mundo. Es responsabilidad de cada
uno integrar desde aquel aspecto inhumano que sabe de la trascendencia de un
humano que es más que humano, que es más que un cuerpo y que en su cosmovisión
se ve integrado a La Nada y al Todo, aunque sólo sea que alcance a nombrarlas
sin más…
Víctima y
victimario necesarios para mostrar. Mostrar la igualdad de las polaridades que
no son tal, pero que en general, social y culturalmente nos quedamos apegados a
percibir polaridades y opuestos insalvables, en que el exterminio de uno de
ellos es la única salida. La igualdad en la desigualdad en la medida en que hay
alguien que sostiene el poder y la fuerza y otro que sostiene la debilidad e
indefensión. Y el tercer personaje que se arroga funciones de salvaguarda
esgrimiendo la Ley, la solidaridad y el compromiso social. El victimario se ve
arrasado por una fuerza que clama volver al Uno. Pero nadie lo ve ni se entera
de que su móvil es de la más pura, cristalina y nostalgiosa evocación de fusión
primordial. Viola la pureza porque la demanda. Hay que hacer un corte en el
círculo para divisar extremos: el propósito de irrumpir una continuidad. Desde
el victimario, el abuso del poder, la psicopatía, la autosatisfacción personal
ante el Otro como objeto, tomará las infinitas variables. Finalmente la
humanidad lo ha experimentado todo. Algunas víctimas han encontrado en la
“debilidad” la identidad a la que aferrarse. No hay ningún rol que deba ser
descartable. Existe, tiene un para qué. También
hay poder en la debilidad que va tomando diversos encastres en el interjuego de
actores y papeles funcionales en el despliegue del drama-trauma original: ser
separados de la unidad convergente.
Binomios que
muestran ecuaciones que no cierran. Binomios que desnudan posibilidades de una
humanidad extrema, que en la aparente insalvable dicotomía, parece desgarrar
una realidad que nunca ha estado finalmente dividida. Cuando se comprende que
la fisura, la separación, ha tenido su razón de ser, permite ver lo atroz de lo
bueno y de lo malo. Otro binomio que lo impregna todo.
Víctima y
victimario, pareja que arroja a un abismo espeluznante que obliga a la
síntesis. La velocidad de lo ominoso, es violencia en la carne y en el alma y
concluye sí o sí en componer totalidad, ansiada unidad. Ese es el valor del
desnudo.