viernes, 4 de mayo de 2018

Victima y Victimario

Programa Cable a Tierra en esta oportunidad VICTIMA Y VICTIMARIO 

Rosa Compagnucci nos presenta un nuevo e intersante tema que comparte junto a Andrea.

Aporte en este programa  de Rita Agustina Ricardo y Alicia que nos comparte una intersante visión sobre el tema y que ponemos a continuación.




Víctimas y Victimarios.
Por Alicia Escales 
¿Binomio inseparable, unido bajo qué clase de vínculo? ¿Es un binomio desde la complementariedad? ¿Binomio vincular donde hay paridad en la disparidad?  En tanto binomio, éste habla de paridad de elementos en relación; binomio como ecuación, como unidad en equilibrio, dependientes uno de otro. Binomio para mostrar. Binomio para integrar. Binomio para hacernos cargo. Para madurar.
Política, psicológica, social, penalmente etc, víctima y victimario son monomios que sensibilizan en modo extremo, inclinando la balanza de opiniones hacia un polo u otro. Independientemente dónde uno se posicione, el tema es que lo primero que se destaca es la base de la desigualdad porque seguramente hay alguien sufriendo o hay un grupo social en vulnerabilidad sufriente. Ya aquí, vemos el interjuego interpretativo nublando la mirada, las opiniones y la postura que se “debe” tener frente a los grupos en riesgo.
Si logramos trascender, dicho tironeo ético-moral, estaremos recién más libres de ser observadores de las “estructuras” de dichos binomios y ecuaciones, contemplándolas desde la unidad y paridad que le dan razón de ser y de existir como complementos y/o como opuestos. Dejo abierta la pregunta, para retomarla posteriormente: ¿Complementarios u opuesto?
Víctima-victimario, en relación a su componente estructural en el espacio-tiempo, como información pura, pueden ser observarlos desde lo menos obvio, desde esa igualdad coyuntural implícita que los organiza y sostiene. No puede existir un componente sin el otro. Son interdependientes e intrínsecamente necesarios. Se necesitan mutuamente y ésta es ya una imagen fuerte. Sobre todo para quien en primera instancia, se montó en una solución de exterminio de aquella parte dolosa. La otra mirada se airea en una procurada integración que hace “trascender la parcialidad” que limita, a la vez, que enciende los ánimos. Tomar parte por una parte, parece pertenecer al corazón social humanitario, sensible, ético, moral y sobre todo “rescatista”, invitando al tercer personaje: “el salvador”.
Hablar de combinación de elementos que forman un binomio, no es ingenua. Todo lo contrario, exige “responsabilidades” y vaya si ésta no es una frase urticante. Casi la totalidad saltaría enardecido ante la injuria que soslaya que las víctimas son responsables; blasfemias…a la hoguera ¡! Stop!!¿De qué víctimas estamos hablando? ¿Acaso hay diferentes clases de víctimas? Supongo que sí. Al igual que diferentes victimarios y salvadores. Los niños, ancianos, los enfermos, los que carecen del recurso personal para “auto-rescatarse” debido a múltiples motivos: inmadurez, discapacidad, enfermedad, etc, son los primeros que vienen a la mente. Es sumamente escabroso delimitar cuáles son los grupos en riesgo y de “incapaces” para tornarse por ellos mismos en ser sus propios “salvadores”. Hasta aquí, este cuello de botella, extremadamente peligroso, propio de los temas en los que se anda en la cornisa, impele directamente a cada uno de nosotros como actores sociales responsables, que desde la ignorancia, “el mirar para otro lado”, la indiferencia, contribuimos a la desigualdad en todos sus matices. ¡Otra frase matadora si las hay! Luego de arrugar la cara al vernos implicados todos, mal que nos pese, podríamos posar la mirada en diferentes posibilidades sociales en que estos binomios  delatan “faltantes”. En la violencia de géneros, y sin ahondar en detalles y argumentos, sólo diría que ésta es sostenida por una sociedad y cultura que abalan, casi desde que el mundo es mundo, la conciencia de desigualdad que tomará todos los formatos posibles en función al Poder del que se trate, el cual, estratégicamente, se filtrará en toda fisura social para respirar y siempre mantenerse vivo, a veces invisible, oculto, disfrazado, justificado, pero vivo. Víctima, victimario y salvador, tienen que ver con el poder, la manipulación, la fuerza y la debilidad, con la sobrevaloración y la desvalorización. La existencia de esta tríada, delata en primer lugar, el seguir sosteniendo la ilusión de separación primordial. Aquel aspecto femenino desvinculado del masculino y asumido como opuesto, como faltante más que como una realidad íntegra e integrada. Originalmente íntegra e integrada. Ya se ha dicho de mil formas distintas que desde el humano que somos necesitamos integrar y desarrollar en nosotros mismos nuestro aspecto femenino y masculino. Pero estos, no son temas que estén muy en boga, desde esta perspectiva. Sí, desde la indignación y el clamor de justicia. Una mujer tiene que ser muy conciente de masculinizarse, volverse auto-sustentable, desafiarse en sus decisiones, empoderarse al desarrollar  el arquetipo de la guerrera de múltiples maneras. Lo mismo para el hombre que bien le vendría incluir la sensibilidad femenina que le ampliará su percepción del mundo. Es responsabilidad de cada uno integrar desde aquel aspecto inhumano que sabe de la trascendencia de un humano que es más que humano, que es más que un cuerpo y que en su cosmovisión se ve integrado a La Nada y al Todo, aunque sólo sea que alcance a nombrarlas sin más…
Víctima y victimario necesarios para mostrar. Mostrar la igualdad de las polaridades que no son tal, pero que en general, social y culturalmente nos quedamos apegados a percibir polaridades y opuestos insalvables, en que el exterminio de uno de ellos es la única salida. La igualdad en la desigualdad en la medida en que hay alguien que sostiene el poder y la fuerza y otro que sostiene la debilidad e indefensión. Y el tercer personaje que se arroga funciones de salvaguarda esgrimiendo la Ley, la solidaridad y el compromiso social. El victimario se ve arrasado por una fuerza que clama volver al Uno. Pero nadie lo ve ni se entera de que su móvil es de la más pura, cristalina y nostalgiosa evocación de fusión primordial. Viola la pureza porque la demanda. Hay que hacer un corte en el círculo para divisar extremos: el propósito de irrumpir una continuidad. Desde el victimario, el abuso del poder, la psicopatía, la autosatisfacción personal ante el Otro como objeto, tomará las infinitas variables. Finalmente la humanidad lo ha experimentado todo. Algunas víctimas han encontrado en la “debilidad” la identidad a la que aferrarse. No hay ningún rol que deba ser descartable. Existe, tiene un para qué.  También hay poder en la debilidad que va tomando diversos encastres en el interjuego de actores y papeles funcionales en el despliegue del drama-trauma original: ser separados de la unidad convergente.
Binomios que muestran ecuaciones que no cierran. Binomios que desnudan posibilidades de una humanidad extrema, que en la aparente insalvable dicotomía, parece desgarrar una realidad que nunca ha estado finalmente dividida. Cuando se comprende que la fisura, la separación, ha tenido su razón de ser, permite ver lo atroz de lo bueno y de lo malo. Otro binomio que lo impregna todo.
Víctima y victimario, pareja que arroja a un abismo espeluznante que obliga a la síntesis. La velocidad de lo ominoso, es violencia en la carne y en el alma y concluye sí o sí en componer totalidad, ansiada unidad. Ese es el valor del desnudo.